lunes, 12 de abril de 2010

Otra vez Guti


De nuevo Guti. Y la canción podría titularse “La nota discordante”. Para variar, claro. Cuando todos hablan del partido que enfrentará al Madrid y al Barça este sábado, Guti quiere cobrar el protagonismo fuera del clásico porque sabe que en terreno de juego no lo tendrá.

Todo apunta a que el 14 del Madrid no será titular el sábado y, dos días antes del partido fundamental para salvar la temporada de su equipo, el centrocampista merengue hace unas declaraciones que ponen punto y final a su carrera en el club deportivo. Y lo hace cuando todos esperaban a Cristiano Ronaldo en la sala de prensa. De momento, parece que a la plantilla no le ha sentado muy bien esta entrevista. El portugués ya ha reprochado: “no es el momento para hablar de entradas ni de salidas”. Y es que como siempre Guti quiere llamar la atención.

Pero así es Guti, cuando José María levanta la cabeza, todos sabemos que algo va a ocurrir. Eso sí, tanto para lo malo como para lo bueno. A veces ángel y a veces demonio. Este es el carácter de un jugador cuanto menos controvertido. Guti llega a ser genial pero también ridículo. La cuestión es no dejar indiferente a nadie. Y es lo que ha conseguido con su buena nueva.

Odiado y amado a partes iguales. Tiene clase, potencia, toque, físico y visión de juego. La calidad de los mejores. Un gran talento natural que ha desaprovechado y no hay nada más triste que una aptitud malgastada. Guti ha sido luz y sombra cuando podría haber deslumbrado.

Pinceladas de maestro, pases imposibles y una técnica envidiable enfrentadas con un fuerte temperamento. Nunca ha sido un titular indiscutible pero ha sido imprescindible para muchos de los entrenadores que han pasado por el banquillo del Bernabéu. Guti hipnotiza con jugadas increíbles, taconazos de ficción, obras de arte en el campo y una gran brillantez.

Pero luego está el otro Guti. El que desconecta y se dedica a protestar o a autoexpulsarse de un partido. El que no se corta en sus declaraciones. El que se dedica a mandar a por florecillas a sus entrenadores. El que no tiene tapujos en decir que sale de fiesta. Y por último está el de hoy, el que no sabe cuál es su lugar y cuándo es el momento de decir las cosas. El que le ha impedido mantenerse en el equipo y convertirse en una verdadera estrella.

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