martes, 20 de abril de 2010

Jesús Miranda de Larra: “Larra se suicidó porque su orgullo se hizo pedazos”


Jesús Miranda de Larra es el autor de “Larra, biografía de un hombre desesperado”. Además de ser un estudioso sobre la vida y obra de Larra, es descendiente del propio autor por línea materna. Miranda de Larra sostiene que el suicidio del periodista fue un cúmulo de circunstancias. El orgullo de Larra fue una causa fundamental. No pudo cambiar un país al que amaba. Ya desde niño había sufrido mucho el horror de un exilio y la lastra de no tener el cariño de su madre. A todo ello se une su fuerte carácter depresivo y desarraigado y una época final que hace mella en su vanidad. Para Miranda de Larra, el hecho de que Dolores le abandonara fue como poner el arma en las manos de alguien que está deseando suicidarse porque era algo que ya tenía decidido.

Larra fue un hombre que sufrió mucho desde su niñez. Vivió el horror del exilio y estuvo internado en colegios desde los 3 a los 13 años. ¿Cree que arrastró esta pena, influyéndole en su visión de la vida, hasta su suicidio?

Sí, ya desde niño había sufrido mucho, había nacido en tiempo de guerra. Estuvo recluido en su casa con su abuelo que fue el que le educó hasta los tres años. De ahí al exilio y los internados. Se transformó en un niño y en un joven que no se fiaba de nadie. Él pierde su idioma, su familia, cuando se va a Francia lo meten en un internado, no tiene nunca el cariño de su madre. Fue su primer trauma con las mujeres. Todo esto le afecta muchísimo. Él veía las cosas malas de su país porque las había sufrido en su propia carne y ve en Francia el método, la reflexión. Todo esto hace de Larra una persona con un carácter difícil y una personalidad complicada, resentida, temerosa, escéptica.

Se habla de que la causa del suicidio de Larra fue la frustración de no poder cambiar un país al que amaba. Otra de las posibles causas de esta muerte podría ser el rechazo de su amante Dolores Armijo o incluso han dicho que se suicidó porque ya no tenía más que escribir, como apuntaba Umbral. ¿Cree que fue por alguna de estas causas o que las tres tuvieron que ver?


Todo afectó en su muerte. El orgullo fue una causa fundamental. Sin embargo, a Dolores no la veía desde el verano de 1834, que rompen porque se hace notoria su relación. Él se va de viaje pero antes pasa por Badajoz, donde huye Dolores, pero ella ni lo recibe. Es la primera intentona de un “aproch” y luego en Ávila en el 36, que va por allí una vez a hacer campaña pero tampoco consigue verla. No la ve hasta el 13 de febrero del 37, es decir ese tema lo tenía más muerto que carracuca. En sus cartas con Alfonso Carrero, tío de Dolores, habla de ella como una persona que le trató mal. Lo que pasa es que cuando Dolores le escribe la nota voy a verte, se va a peinar, enciende los candelabros, los braseros y piensa: “caramba si todavía siento algo” y cuando la otra le dice: “si yo lo que quiero son las cartas que me voy con mi marido a Filipinas” pues ya…. Yo creo que Dolores no fue una causa fundamental porque la tenía ya casi olvidada, hacía casi tres años que ni la veía, ni tenía relación con ella aunque fue el motivo que lo causó. Pero él tenía ya pensado quitarse de en medio, porque era muy depresivo, sobre todo en la época final.

Es como cuando tienes que hacer la declaración de la renta, desde abril a junio, ya lo tienes decidido y el momento puede ser que te llega una carta con los datos y dices: “es el momento de hacerlo”, pero ya estabas convencido. A Larra le pasa eso, primero le influye su carácter depresivo, niñez y juventud. Además, él dice: “Amo demasiado a mi patria para ver con indiferencia el estado en el que se halla”. Él asume que quiere a su país pero que no le gusta nada, ni sus líderes, ni las cosas que se hacen, ni la zafiedad del pueblo. Se viste de dandy para decir que lo hay que hacer es ser limpio, elegante, educado. Quería diferenciarse del pueblo, pero queriendo al pueblo. Pero eso que hacemos ahora, que hacen los políticos de hablar tan mal. Yo he oído a Rajoy en la televisión decir “Antonio Machao”, es una manera de mezclarte con el pueblo es bajar los listones. Larra lo que quería era educar al pueblo, subir los listones.

Él quiere ser libre y se pone a escribir y ve que lo suyo es denunciar, la crítica, la sátira. Quería cambiar la norma, que hubiera libertad, justicia, educación, cultura, luchar contra la pena de muerte. Los derechos humanos que decimos hoy en día. Pero no consigue nada y va aplaudiendo a todos los que llegan al poder porque se ilusiona con sus propuestas. A Martínez de la Rosa, el Estatuto Real, cree que será la base de la soberanía. Pero no consigue nada. Al principio lo alaba y luego lo machaca. Después viene Mendizábal y piensa que es uno de los suyos, un progresista y lo aplaude. Además, quiere combatir al Carlismo, que era el antiguo régimen, la falta de libertades. Al principio se ilusiona mucho, pero después cada vez se vuelve más escéptico y pesimista. Pasa desde el “Amo demasiado a mi patria para ver con indiferencia el estado en el que se halla” hasta el “mi vida está condenada a decir lo que otros no quieren oír”.
Generalmente se recuerda a Larra como un hombre romántico que murió por amor ¿Pero estaba Larra también enamorado de España? ¿Fue el desengaño amoroso de su patria lo que le hizo pegarse un tiro?

Totalmente, él estaba desesperado porque todo su esfuerzo, su pasión no habían servido de nada. Pero él no era un romántico, era romántico en su pasión con sus amoríos, con Dolores sobre todo y en su vehemencia de libertades. Él era muy ilustrado, muy cuadriculado, con el método cartesiano. Él era más ilustrado en cuanto a sus escritos que romántico, por lo tanto esa fuerza que puso se vuelve contra él. “Mi vida está condenada a decir lo que otros no quieren oír”, así admite su fracaso. Además, hay que añadir su carácter depresivo, un fracaso en su proyecto regeneracionista y la frustración de Dolores que es la gota de agua “¿Para que seguir?”.

¿Pero sí se hubiera reconciliado con Dolores aquella tarde cree que aún así se hubiera suicidado?

No, hubiera aguantado. Y además, a partir de junio aparece la Constitución del 37 que era más liberal. Él hubiera tenido el apoyo de Dolores, su musa, la mujer moderna, poetisa, que iba a tertulias, que salía, que discutía, que era la modernidad, la libertad lo que buscaba. Frente a su mujer, él se casa con 20 años porque cree que ya es capaz, que es normal. Como todo el mundo tiene su querida o querido y está con Dolores desde el 31 hasta el 34 que se descubre. Está cumpliendo su papel de marido y de amante. Él hubiera seguido así, pero cuando se descubre se separa de la mujer. Hubiera tirado una temporada. Su tema era cambiar España. España no cambió, siguió la censura. España ha cambiado a partir del 86. Hasta el 81 tuvimos golpes de estado, pero cuando entramos en la Unión Europea ya sentamos ciertas bases políticas y nos alejamos del riesgo de tirarnos de los pelos del que éramos tan aficionados. Hay disputas verbales pero no llegaremos a esos términos. Como no cambió España y él estaba obsesionado, quizás hubiera seguido escribiendo, criticando, eso seguro.

¿Puede ser que Larra no consiguiera integrarse en España porque era un hombre adelantado a su tiempo?

Por su puesto, estaba fuera del tiempo. Él estaba pidiendo cosas que no se podían dar que ni siquiera en Francia se daban. Con la revolución francesa se empezaba a caminar, con sus principios. Aquí estaban los carlistas y la Reina Cristina, luchando por volver, como el 23F, “¿volvemos a lo que tenemos o pasamos al destape?” Pero por lo menos a las libertades, a la prensa libre. Aún está la ley de prensa de Fraga. Es una de las cosas que hay que decir. Y él es pesimista, no puede cambiar, lo ve todo negro.
Sobre todo al final… ¿Qué es lo que le acaba de hundir definitivamente?

Él siempre había luchado contra la censura, era muy mordaz y muy orgulloso, para él era muy humillante que le censuraran. Eso a él lo fastidiaba. Iba tragando. En su rebeldía, le sentaba fatal, le va minando. Cuando vuelve de París empieza a escribir en El español, el mejor periódico para su gusto. Con más ganas, más fuerza, más ilusión. Había olvidado a Dolores. Después llega Istúriz, liberal, pero más tranquilo y ya no lo aplaude, era muy escéptico y lo ataca. Y Andrés Borrego, que era liberal, el director de su periódico ya lo frena, porque era amigo de Istúriz y Larra escribe una carta diciendo que se va del periódico.

Como él, y todos los de la época que utilizaban la literatura para llegar a la política. A Larra se le da la oportunidad de politiquear, en sus ambiciones políticas acepta en un trato que le proponen Istúriz y el gobierno para que él no lo critique. Se mete a politiquear en las Cortes Constituyentes por Ávila. Sale elegido pero no va ni una vez, no tenía interés, intenta aproximarse a Dolores pero no le hace ni caso.

A Larra no le interesaba irse de El español, porque tenía un sueldazo, a Borrego tampoco porque él era la firma. Él piensa: “Si no me dejan escribir, dando caña a estos señores, oye pues a lo mejor la política es buena, a lo mejor desde un escaño puedo cantar las verdades”. Pero no le da tiempo, se encuentra que se ha pasado a los liberales moderados sin olvidar nunca los derechos humanos que defendía. Pero todos a los que había criticado se vuelven contra él y le llaman moderadote, eso le sienta fatal, sobretodo en su orgullo.

“Me es indiferente el color del papel para el que escribo”, él estaba por encima del periódico. Lo que escribe a partir de esa época son artículos terribles y muy pesimistas.

En la obra de Larra se puede observar su visión negativa del mundo, tanto de España como del amor. En el artículo del día de los difuntos podemos leer “Mi corazón no es más que otro sepulcro” o “Escribir en Madrid es llorar”. ¿Se pueden ver en la obra de Larra indicios de este carácter o de suicidio?

Sus amigos dicen que él siempre estaba hablando de la muerte, que se sentía solo. Se da cuenta de que estaba fuera de su tiempo, que no hace nada allí, que es un desarraigado, que no se siente parte de aquello. Le molesta todo, la forma de proceder del pueblo. Él se encuentra su orgullo hecho pedazos, que es un frustrado, no funciona ni con su mujer, ni con su amante, que nadie le hace caso, que no quiere ser parte de esa porquería, que él considera su patria.

Además no hay que olvidar que la salida de moda de los apasionados románticos era tirarse por un acantilado, ir a la guerra de Grecia, beberse un veneno, clavarse un puñal. En España, en esa época en los años 30 cada día se suicidaban 3 ó 4 personas y en Francia 4 veces más.

¿Se ha mitificado la muerte de Larra para definirlo como un escritor romántico? Cree que esa exaltación romántica del suicida, como víctima del mal del siglo, es lo que produce una reacción contraria. Días después de su muerte se leía en los periódicos "Notable es el abuso que se ha llegado a hacer del romanticismo, alterando los principios de la sana moral, presentando a la imitación del pueblo horrores de cuya posibilidad casi debía dudar, trastornando la cabeza o exaltando las pasiones en términos de originar desgracias o catástrofes”.

Yo creo que sí, pero en aquel momento lo consideraban como un humorista no se dieron cuenta del grito de Larra, la generación del 98 lo toman como un rebelde que se levanta ante la situación caótica del país. Azorín más tarde y los que empiezan a estudiarle a mediados del siglo XX, empiezan a darse cuenta de la prosa de Larra. La transición entre el Siglo de Oro y del modernismo es Larra, el artículo político y responsable es Larra, él que lo crea.

En las reseñas que se hicieron en los periódicos los días posteriores a su muerte se apuntó que Larra era un mártir de la sociedad ¿Suicidó la sociedad a Larra? ¿Comprendía el pueblo la desesperación de Larra en sus escritos? Su amigo Roca de Togores se lamenta en El Español (15 de febrero): "cada uno de esos artículos que el público lee con carcajadas eran otros tantos gemidos de desesperación que lanzaba a una sociedad corrompida y estúpida que no sabía comprenderle"…

La sociedad no lo acaba de entender, hasta mucho después, el suyo es un mensaje que burlaba a la censura y a veces no le entendían ni los lectores. Él escribía para una minoría. La generación del 98 lo resucita como rebelde, como prosista, como generador de ideas. La gente de hoy en día, sabe que era un joven romántico, que dijo “Vuelva usted mañana” y se suicidó por una mujer.

¿Qué sería de Larra hoy en día?

No se si sería un bloguero pero escribiría y daría caña y no se suicidaría porque cada día hay más mujeres modernas.

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