martes, 23 de febrero de 2010

Pongamos que hablamos de periodismo


Y de la profesión andaba el juego. Se habló de periodismo. "Periodismo sin límites" se llamaba la tertulia de 1001 Medios que tuvo lugar el pasado viernes en la biblioteca de ABC. Entre dimes y diretes Paco Torres, jefe de la Web de "El Correo de Andalucía" y miembro del proyecto 1001 Medios, en que consiste su web, algo difícil de explicar. Algo así como "un laboratorio de medios".


Sin un ritmo acompasado, los miembros de la tertulia hablaron de lo que quisieron, no había sentido entre unas afirmaciones u otras, no era un diálogo. Pero se les perdona, por la calidad de sus intervenciones. Borja Bergareche, subdirector de abc.es; Alfonso Armada, director del Máster de ABC y Enrique Meneses estuvieron como siempre, brillantes.


Pero como ya he dicho no encontré un hilo conductor en la tertulia, así que me veo incapaz de hacer este comentario con continuidad, os dejo entonces algunas de las frases más sorprendentes de la jornada:


"La integración de redacciones en ABC será no son gaseosa sino con pólvora" (Alfonso Armada)


"El mensaje es: periodismo, periodismo y periodismo. Hay que volver al periodismo. Internet ni es tan nuevo, si es tan libre" (Borja Bergareche)


"Utilizamos el boli, la máquina de escribir o el ordenador. El periodismo es el mismo" (Enrique Meneses)


"El campo de Internet tiene vallas. Límites tecnológicos, límites organizativos y límites institucionales" (Borja Bergareche)


"No hay un mapa de carreteras para integrar redacciones" (Borja Bergareche)


"El interés por un tema lo tiene el periodista, no la publicación" (Enrique Meneses)


"Tenéis que ser hombre orquesta, no os dejéis engañar por ningún sindicato" (Enrique Meneses)


"La magia del periodismo hay que descubrirla cada día" (Borja Bergareche)


"El periodista tiene que hacer labor de guerrilla y maquis interno. Hay que romper el caparazón que impide contar otras historias" (Alfonso Armada)


"No hay que caer en la dictadura de los gustos del lector" (Borja Bergareche)








sábado, 20 de febrero de 2010

Insolencia Pompidou


Osado. Así podríamos definir al Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París o más conocido como “Centro Pompidou” ¿Cómo sino describir a un enorme conjunto moderno, con estructuras metálicas y colores vivos que dejan al descubierto todo lo que normalmente se quiere ocultar: cañerías, conductos de servicio y de calefacción o escaleras mecánicas, en pleno corazón de París?

Grandes fueron las controversias en torno al aspecto del museo; los parisinos lo llamaban “la refinería de la ciudad” e incluso “Notre Dame de la Tuyauterie” (Nuestra Señora de las tuberías). No era de extrañar, la enorme mole chocaba frontalmente con la estética clásica y romántica de las calles y edificios parisinos.

Este Museo de Arte Moderno se encuentra entre los barrios de Les Halles y Le Marais, no lejos del Ayuntamiento (Hotel de Ville). La calle Saint Martin, donde se encuentra la entrada principal es una de las más antiguas de París, con más de 2000 años a sus espaldas. Esta zona fue durante la Edad Media un barrio selecto de comerciantes y formaron el Beau Bourg, algo así como “barrio bello”.

Un proyecto vanguardista y atrevido

El presidente Georges Pompidou, amante de las artes, fue quien impulsó en 1970 la idea de crear un lugar para reunir las artes contemporáneas. Tras cientos de proyectos dio el sí a la idea de Renzo Piano, Gianfranco Franchini y Richard Rogers.

Un proyecto cuanto menos vanguardista y atrevido. Lo más llamativo del centro Pompidou no son la gran cantidad de obras de arte moderno ni todas las actividades que alberga, el gran interés es el edificio en sí. Con una apariencia semi-industrial, lo peculiar del edificio es que parece construido al revés, con sus “tripas” volcadas al exterior: escaleras, ascensores, tuberías y vigas que forman un espectacular laberinto de colores. Las piezas pintadas de rojo cumplen la función de comunicación (ascensores y escaleras), el verde son las instalaciones de agua, el azul corresponde a la climatización, el blanco a las tomas de aire y el amarillo a la electricidad.

Sea como fuera este edificio cuenta con magníficas colecciones de arte moderno y contemporáneo. Obras fauvistas, cubistas, surrealistas y de arte pop, con artistas de la talla de Matisse, Miró, Picasso o Kandinski entre otros. Un edificio además, con una impresionante terraza con vistas a París, un restaurante cuanto menos peculiar, una biblioteca con capacidad para más de 2000 personas y un sótano que sirve para proyecciones de cine, conciertos o teatros.

A día de hoy han pasado por él 150 millones de visitantes y es uno de los edificios más queridos por los parisinos.

lunes, 1 de febrero de 2010

Hora punta en el metro


Son las ocho de la tarde, hora punta en el metro. En la parada de Avenida de América, uno de los televisores emite un boletín de noticias del Canal Metro. Muchos de los viajeros fijan su mirada, ya casi perdida después de un largo día, en el monitor. La vocecilla de los informativos comienza a locutar: “Más del 80 por ciento de los jóvenes madrileños entre 15 y 24 años dedican la mayor parte de su tiempo de ocio a salir de fiesta por la noche, según el informe «Ocio y riesgos de los jóvenes madrileños» realizado por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, la Obra Social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid”.


Un par de señoras, de esas que cargan con bolsas y que han quedado para ir de compras, dicen: “Vamos, estos jóvenes de hoy en día, ya ni van al cine, ni al teatro, ni tan siquiera leen, como hacíamos nosotras sólo les interesa emborracharse” y miran de soslayo a un grupillo de jóvenes que tienen cerca. “Hombre claro, durante toda la semana tenemos clase, no te jode lo que nos apetece los findes es irnos fiesta, pillarnos el puntillo”, comenta un chaval de unos 18 años.


Continúa la noticia: “La investigación revela que casi el 70 por ciento de los encuestados se emborrachó al menos una vez en 2009. Un 45 por ciento fue en coche de un conductor bebido o drogado. Una tercera parte se peleó y uno de cada cuatro había sido infiel y había mantenido relaciones sexuales sin preservativos”. Uno de los chicos dice: “Bah, prefiero montar en el coche de alguien bebido que dejarme las pelas en un taxi, pasar frío en la calle o esperar a que abra el metro” y una de las chicas añade “A mi el condón me corta el rollo, siempre puedo comprar la píldora del día después, pero tampoco quiero tomarlo como costumbre porque te puede dar un viaje de hormonas que flipas”. Las señora suspiran con un aire de indignación, “qué inconscientes” apunta una de ellas.


Ya dentro del vagón una de las señoras dice: “Mi Vero que ahora dice que quiere estudiar no sé que de teatro, yo ya ni la escucho solo dice tonterías”.


El día siguiente la noticia en el periódico añade: “El estudio indaga sobre las creencias de los padres acerca del ocio de los jóvenes. La mayoría se alarma pero se resigna y acepta las consecuencias de la independencia de sus hijos y confía en que están bien educados y sean algo diferentes”. Buena suerte.

Flash Flas ¿comemos algo?


Este local blanco y negro donde el ver y el ser visto juegan un papel importante, tiene su origen en la Barcelona de los años 70. El hermano mayor de Flash Flash Madrid nació en la ciudad condal en 1970 y hoy ya se ha convertido en clásico de la ciudad. ¿Cómo se vende? Pues desde la variedad. Este restaurante presume -según la tarjeta de presentación oficial de sus creadores- de la asistencia de arquitectos, publicistas, oficinistas, intelectuales, dúos de abuelitas, padres divorciados con niños, modelos y niñas guapas. Y no nos olvidemos de su especialidad, las tortillas, encontrarás hasta 50 tipos diferentes en su carta.


Tras su éxito en Barcelona, avalado por 40 años, Flash Flash decidió ver la luz en Madrid. Lo hizo hace apenas dos años, en pleno barrio de Salamanca. Y desde entonces se ha convertido en uno de los locales de moda de la capital o al menos eso te hace pensar la espera que en los fines de semana es inevitable. El garito está a tope.


Y no solo eso, el local ha creado los Martes Solidarios. Cada mes escogen una organización y destinan el 10% de su facturación cada martes.


Además, Flash Flash se ha convertido en un lugar donde los desayunos de empresa, las presentaciones de películas y programas de televisión, los cumpleaños, presentaciones de libros o rodajes de anuncios y entregas de premios han encontrado su hueco. En el salón diáfano, lleno de luz y original de Flash Flash puede hacerse de todo. Así lo demostraron la fiesta de Halloween que organizaron o la fiesta de Vogue, posterior a la Noche en Blanco de la Moda en Madrid.


Una decoración que desluce la comida


Y es que sin lugar a duda su as de corazones es la decoración. Ya desde fuerza te invita pasar y llama la atención, un enorme espacio que da lugar a 170 comensales. El blanco lo inunda todo. Rodeado de redondos ventanales y decorado con divertidas poses de modelos que no dejan de hacerte fotos desde las paredes y te hacen sentir el rey del lugar. Eres bombardeado de flashes. Es un restaurante con tres alturas para fumadores y no fumadores. Todo es blanco, la mesas las sillas, los sillones y las dos largas e inmaculadas barras desde donde sin lugar a dudas, esperarás a que te den mesa.


Y en cuanto a la comida, quizás lo desluzca un poco, simplemente diré que no está mal, depende la tortilla que elijas, aunque también podrás escoger carnes, hamburguesas, ensaladas o sopas. La cantidad es escasa y eso sí cuidado con dejarse deslumbrar por un vino o un postre porque entonces la factura se escapará de los bolsillos en crisis.