miércoles, 17 de marzo de 2010

Quiero ser un plumilla


Decía Gabriel García Márquez que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Y yo le creí. Pero de un tiempo aquí empiezo a plantearme si me mintió. ¿Qué ha cambiado desde que García Márquez dijera esto hasta hoy? ¿Es que el periodismo de “nerviosismo”, de “base cultural”, de “lectura” o “vocación” ya no existe?

Después de asistir al XI Congreso de Periodismo Digital en Huesca no me siento capaz de retomar mi fe. Al finalizar estas charlas entre “apocalípticos e integrados”, como titulaba el libro de Umberto Eco, no sé si el periodismo será el mejor oficio del mundo, lo único que me queda claro es que es el más “reinventado”. Quizás me equivocara de profesión, los médicos y abogados no duermen mal todas las noches pensando que tienen que reinventarse o su profesión dejará de existir. Yo creía que el periodismo era lo más bonito del mundo, pero desde que me quita el sueño y no me da de comer empiezo a dudarlo.

Desde luego los nombres de las ponencias no eran alentadores: “¿Desaparecerá el periodismo?” o “Sucesos: una especie en extinción”. Parecía que todo el Congreso fuese un juego delirante que consistía en matar para luego resucitar a un ser etéreo, el periodismo. Así se desarrolló el congreso, al más puro estilo homérico.

De un lado las posturas apocalípticas. Como las de la primera ponencia, sí, la que podía dar lugar a posturas agoreras “¿Desaparecerá el periodismo?” y, agoreras no lo sé, pero un poco pesimistas fueron. O al menos, farragosas. “Si los medios dejan de ser rentables se pone en entredicho la posibilidad de poder dedicarle a los temas el tiempo suficiente y poder estar en los sitios, poder desplazarse; el modelo Newyorker es el ideal, pero…”, decía Alfonso Armada. “Cuando yo empecé te ponían mala cara cuando querías hacer un reportaje en Badalona porque había que comer fuera, necesitabas taxis… Hasta los 70 no se superó eso, pero la gente joven ha vuelto a la miseria de antes de los 70. La gente se queja de que el periodista levante la voz, ¡cómo la van a levantar por 800 euros si cuando lo hace se arriesga a que le echen!”, añadía Josep Martín. El sabor de boca que se le queda a una después de escuchar estas declaraciones es que estos “gurús” del periodismo están al tanto de cual es mal, pero saben que, por las condiciones actuales y el contexto económico, es imposible arrancarlo de raíz. Es un círculo vicioso, tenemos la solución: “Los periódicos tienen que recuperar el análisis y los reportajes”, explicaba Ramón Lobo; pero no podemos aplicarla: “En España parece que hay interesados en deformar las mentes lectoras, formar lectores más dóciles y menos críticos”, sentenciaba Alfonso Armada.

Definitivamente estos veteranos no sacaron de la chistera el medio para abandonar la precariedad de la profesión. Tampoco hubo suerte con el “El periodista integrado”. En esta ponencia directores y subdirectores de ediciones digitales de importantes medios tampoco nos sacaron de dudas. ¿Son las redacciones integradas la solución al periodismo? Pues no lo tienen claro, pero habrá que intentarlo.

Un poco ridículo o exagerado era el despliegue de artilugios tecnológicos y herramientas, programas o aplicaciones para hacer un “periodismo digital”. Parecíamos recién llegados de la escuela de informática y no de la de periodismo. Desde este punto de vista, parece que nosotros fuéramos culpables de que el periodismo del que hablaba García Márquez haya desaparecido. Entre tanta tecnología y Twitter por todas partes eran de agradecer las palabras que ponían un puntito en la boca a más de uno. Joao Pina, fotoperiodista, dejó claro que más allá de la técnica lo más importante es ganarse la confianza de la gente, con la que realiza un maravilloso trabajo, por cierto.

Y es que hubo un momento en que parecía que la voz cantante del periodismo no era el tradicional sino el digital, como se atrevió a decir Ramón Lobo: “Internet va a salvar al papel”. ¡Pamplinas! Parecía que para ser periodista lo esencial era saber manejar Twitter, saber editar videos o tener blogs donde colgar cualquier cosa. El mensaje era claro: o tenías Twitter y un Blog o estabas muerto. Al menos esa fue la impresión que tuvo Monserrat Domínguez y que fue compartida por muchos: “¿Estoy viva? No tengo Blog, no tengo Twitter, no tengo e-book y llevo años tratando de escuchar la radio desde mi Mac”. Parecía que en aquel arsenal tecnológico sacar un boli y una libreta era un sacrilegio. Parecía que cuando Monserrat sacó un recorte de periódico muchos estuvieran a punto de exclamar: “Oh, no, debería haber hecho un power point con el enlace de la noticia que quiere mostrar”.

“Querría saber quién os ha dicho que el periodismo ha muerto” exclamó dirigiéndose hacia un auditorio lleno de jóvenes estudiantes o recién licenciados. “Para ejercer se necesita algo más que ser capaz de contar algo que ocurre de buenas a primeras”, aseguró refiriéndose a las retrasmisiones del Congreso a través de Twitter. “Sois los protagonistas de una nueva época. El periodismo será lo que vosotros queráis hacer de él. Nada puede cambiar la intuición, el tesón, la curiosidad, el criterio….Eso es indiscutible”. Por fin algo que me hace retirar mi rostro de la pantalla. Los ordenadores, los twitters y los blogs están ahí, pero no nos perdamos en ellos y rescatemos el periodismo de “nerviosismo”, de “base cultural”, de “lectura” o “vocación” del que hablaba García Márquez, hagamos que nuestro oficio vuelva ser el mejor del mundo.

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